En la víspera reciente, en la noche del jueves 27 de septiembre, se marcó un hito: el folclore del Cono Sur no sólo tuvo una resonancia nativa sino cósmica. Cuando muchas veces, en el acervo regional, nos encontramos con el excesivo acento telúrico, tres vocalistas cambiaron esa impronta en una integración cultural en que prenomina lo lugareño equilibradamente con lo planetario, a fuerza de talento, energía y exquisita vocalización. Gicela Mendez Ribeiro (Argentina), Shana Mûller (Brasil) y Myrian Beatriz (Paraguay), ofrecieron un recital como solistas, a dúo y en trío, con un afiatado acompañamiento instrumental y una libertad expresiva en el canto y en el manejo del escenario, teniendo la respuesta entusiasta y enfervorizada de la platea y los palcos del Teatro Vera, Corrientes, Argentina.
Cada una de las tres artista posee una personalidad, un timbre, un color diferente en todo lo que hacen por sí mismas y en la maleabilidad de la cual son movilizadoras para encontrar "un punto de encuentro", como diría Gicela Mendez Ribeiro, en una sorprendente y admirable búsqueda y aventura creativas . Sorprende la potencia, la modulación y la manera de decir de cada una de ellas. Vale ponderar lo individualidad y la experiencia escénica de conjunto en que han hecho un desplazamiento intercultural en la Tierra Fecunda de esta parte del suelo sudamericano, en que nos distingue lo salvaje no como una cualidad negativa; lo salvaje nos distingue porque América Latina se da el lujo de ser refinadamente salvaje, sembrar la inspiración rebelde y la manifestación de la protesta espontánea de no renunciar a la dialógica s
oberanía en la variable vivencial del autorreconocimiento de patria y arte, de hogar y sentimiento.
Las damas lograban seducir al público, habilitando un abanico de puesta en escena en que la música, animada por las voces y los intrumentos, despertaban no solo la memoria sino el horizonte, no sólo el pasado sino la historia activa que nos traspasa en lo más positivo hasta el valor de la predicción. Cada una de ellas portaba la elegancia de dar lugar a su colega, en una vibrante solidaridad y reciprocidad; las tres actuaban y se ofrecían a los espectadores en un protagonisto en que primada la horizontalidad y la alternancia,
ésa que sólo puede producir la generosidad compartida a manos llenas.La identidad se encuentra en la pluralidad, la mismidad se reconoce en la otredad, cuando hay mujeres que saben darle vida al canto, al mesurado histrionismo y a la danza como soporte del purajhei que es, al mismo tiempo, plegaria y poseía. Gicela, Shana y Myrian lo han logrado, encendiendo una antorcha de emociones y algarabía. Allí estaba el punto de inflexión haciendo su propia historia, ese peso específico que legitima que
la tradición puede ser revolucionada sin perder su esencia; que el ayer es el hoy y que el mañana es el ayer, en lo que concierne a un tiempo que se corresponde con los relojes y otro tiempo que se conjuga con el corazón y la subjetividad al cooperar con otras subjetividades, a fin de optimizar un encuentro en que cada uno, como artista y perceptor, reconocía su lugar en el mundo. Fue una noche de Patria Mítica, de El Reino de Eldorado, de la Tierra sin Males y de la antigua y vitalicia Ciudad de los Césares y, también, la noche de una utopía instalada en el presente. Una noche en que, sin nunguna duda, Corrientes volvió para recordarnos que nuestra tierra subtropical es la Patria de los Mitos y de la Palabra Enamorada.
TRES GALAXIAS FEMENINAS: CANTORAS DE TRES NACIONES /MARTÍN ALVARENGA /Blog DROGADOS POR LA LUZ