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Costumbres
Viernes, 30 de octubre de 2009
Las brazas de San Juan
Por José Ramón Farías

Desde el siglo XVII, los viajeros comenzaron a relatar hechos increíbles que habían visto en lejanos países. El jesuita Pablo Lejeune, a su regreso del Nuevo Mundo, relató sus aventuras con los indios hurones en 1637: "Ustedes deben creerme pues hablo de cosas que he visto con mis propios ojos" escribió antes de contar a sus contemporáneos que los hurones frotaban a los enfermos con brasas ardientes y que, en ningún caso, la piel se quemaba.
El 9 de abril de 1937, unos investigadores de la Universidad de Londres quisieron aclarar el asunto de una vez por todas y reconstituyeron el experimento en una forma científica. En la campiña de Surrey, en Carshalton, abrieron una fosa de siete metros y la llenaron de brasas. Los termómetros registraron una temperatura de 430° C sobre la superficie. Un joven hindú aceptó servir de conejillo de Indias. Se comprobó que no podía haber ningún fraude, ya que la piel de la planta de los pies del joven era fina y suave, y enseguida éste cruzó por cuatro veces consecutivas la fosa frente a los ojos de los científicos, quienes examinaron la piel inmediatamente después y luego al día siguiente. El resultado fue indiscutible, ya que no había ninguna huella de quemaduras.
Las Pruebas de San Juan
Tal vez porque San Juan es presentado por la Iglesia como sinónimo de profecía, la gente comenzó a otorgarle el rótulo de poderoso adivinador al santo y creó toda una batería de prácticas que enumeramos solo algunas.
La mancha de tinta. Se deja caer una gota de tinta en un papel, el que guardado convenientemente doblado en la noche del 23 de junio, se espera que el santo trabaje y deje el mensaje de quién será el futuro novio o marido de la niña que dejó el papel.
Las agujas sobre el agua. Se colocan varias agujas de acero sobre la superficie del agua contenida en un vaso. Una de ellas representa a la niña y las otras a los admiradores de la ésta que además coloca sus preferencias. La tensión superficial del agua mantiene a las agujas flotando en constante movimiento, hasta que casualmente algunas se unen. Como cada aguja tiene asignado un nombre, es la forma que San Juan le avisa quien ser su marido o novio.
La prueba del agua. Las casamenteras deben arrojar un balde de agua a la entrada de su rancho, en las últimas horas de la noche del 23 de junio (antes de las 24). Como en los barrios suburbanos es clásico el cerco de palos a pique o costaneras, o el simple alambrado, el agua se arroja cerca del portón. Al día siguiente el primer hombre que pisa la mancha de humedad será el novio o marido. A veces suelen llevarse decepciones, sobre todo si el hombre que pisa es un anciano o el propio hermano que regresa de una juerga.
La prueba del baile. La moza que pretenda ser una hábil bailarina debe ofrecer su primer danza a San Juan. Por este motivo, la noche del 23 de junio a la hora cero, debe bailar sola detrás del rancho. Luego nadie la supera en la habilidad para bailar, lo que le asegura la posibilidad de conseguir novio. Estas prácticas se observan en las zonas rurales o los rancheríos de los barrios periféricos de la región guaranítica y también se extendió a lugares donde hubo importantes asentamientos de extranjeros llegados con la última gran migración. También nuestros "gringos",suelen hacer estas prácticas.
La prueba del gallo. Las mozas que pretendían conocer el nombre de su futuro novio o marido, solían encerrar un gallo en una jaula, varios días antes de la festividad de San Juan. No se daba de comer al pobre animal que acumulaba una hambruna de varios días. La noche de San Juan se colocaban delante de la jaula una fila de casamenteras portando el nombre de su amor, luego tiraban un puñado de maíz delante de sus pies y se soltaba el gallo. La voracidad del animal sometido al hambre extremo hace que se abalance sobre el cereal para comer. La mujer a cuyos pies comía primero el gallo era la que primero conseguiría novio o se casaría con hombre cuyo nombre portaba. Estas prácticas van desapareciendo, lentamente debido a la fuerte influencia de otros estímulos culturales llegados de mano de la televisión que invadió hasta el más humilde de los hogares. Además la sociedad de consumo le ofrece más atractivos entretenimientos o tentaciones.
El Cruce de Brasas o Tata Yejhasa
El cruce de brasas que se practica cada víspera de San Juan, es decir el 23 de junio a la medianoche, constituye una de las prácticas paganas, o adaptaciones del pueblo común al ritual oficial de la iglesia, más impresionantes en toda el área de influencia guaranítica, y también en el interior del Chaco. Constituye un fenomenal acto de fe. Porque afirma la tradición popular que aquel que tiene firme su creencia el santo lo protege y puede pasar descalzo sobre una colchón de brasas al rojo vivo. Claro que no siempre le va bien al corajudo que se anima a demostrar públicamente su fe. Cuando sufren graves quemaduras algunos pasadores, el pueblo encuentra los justificativos para no perder su fe. Afirman por ejemplo que las brasas tenían demasiado cenizas, o el creyente tenía los pies húmedos, que la leña utilizada no era "campana" (leña seca que al golpearse suena como campana), y otras afirmaciones tan descabelladas como las descriptas. La quema de la madera campana debe hacerse durante tres horas, y la pila también debe tener una altura de 3 m. En Europa se utilizaba leña de roble. En Misiones se usa leña de naranjo y en la región chaqueña y correntina, usualmente se utiliza jacarandá, ñandubay, ñapindá o garabato. Toda esta leña tiene la característica de tener bajas calorías. Terminada la quema se extiende un colchón de brasas de 5 ó 6 metros de largo con un espesor de 10 cm. Algunos afirman que de debe pasarse en pareja.
Al filo de la medianoche del 23 de junio, víspera del natalicio del profeta de la Iglesia Católica Romana, Juan El Bautista, en nuestra región guaranítica especialmente, se realizan fiestas populares de características especiales y además la imaginería del pueblo con fuerte tradición religiosa, ha creado toda una batería de creencias, donde los devotos del Santo le hacen ofrendas de fe y además le piden favores especiales, sobre todo las solteras que tienen urgencias por el casamiento y aquellas hechiceras que adquieren sus poderes por traspaso de otra más vieja a la medianoche en vísperas de San Juan. En algunos hogares, especialmente de los barrios humildes la gente enciende las "Luminarias de San Juan". Los sectores más cultos de la sociedad, asisten a las iglesias donde se realizan los ritos que establece la liturgia de la Iglesia, para la recordación. Las luminarias son simplemente candiles adornados con finos y translúcidos papeles de colores. En los rancheríos se usa (o se usaba el candil para alumbrado. Ahora llegó la electricidad) el candil colocando kerosén en una botella, a la cual se le introduce un pabilo de algodón que encendido con una lumbre arde, mientras se consume lentamente el combustible, sin peligro de explosión. A este artefacto que todavía usan en las zonas rurales marginales de nuestra provincia, se lo cubre con una armazón de alambre recubierta por el papel de colores tipo de barrilete. También se acostumbra a fabricar las "Lambras". Esto es una especie de corona de luces compuesta de candiles de cebo con mechas de trapo, que colocado en media cáscara de naranja, se cuelgan en ramas utilizando finos alambres.
La antigua tradición de las fogatas, que solía observarse en la vieja Europa (con otro significado) se tomó en esta parte de América y es habitual observar en la noche de víspera de San Juan, en los barrios de casi toda la parte de nuestra Provincia que tiene influencia guaranítica, las enormes "fogatas de San Juan", que se alimentan especialmente con ramas secas y cubiertas de automotores sin uso. Otra costumbre popular es el "Toro Candil", que los niños especialmente y jóvenes utilizan para jugar en el medio de la fiesta que suele acompañarse de bailantas chamameceras. Se fabrican máscaras, a las que se adosan trapos embebidos en combustibles de lento consumo (generalmente kerosén o gas-oil) Con la máscara que representa al demonio, los participantes del fuego se persiguen en sana algarabía. En la Provincia de Misiones y Paraguay con mayor entusiasmo que en nuestra región, se le agrega al juego del toro candil el de la "Pelota Tatá". Una bola de trapos se empapa del mismo combustible utilizado para el Toro Candil, la cual es lanzada al ruedo donde se juega y los niños y jóvenes, patean ahuyentando al demonio. La costumbre de jugar con fuego se mantiene durante el año, pero las mamás para evitar los peligros que encierra esta práctica, suelen decirle a sus hijos que si juegan con fuego se orinan en la cama durante el sueño, lo que limita la costumbre fuera de la festividad de San Juan La quema de muñecos, es una práctica casi perdida en esta época. Hasta no hace mucho tiempo, sobre todo en las parroquias barriales se reunían los vecinos para la misa formal que dicta la liturgia católica y luego seguía la fiesta popular con baile y quema del muñeco que en esos actos representaba al demonio. A todas estas prácticas populares, debe agregarse la cantidad de pruebas que realizaban las solteras para conocer a su futuro esposo, las hechiceras, los fanáticos que pretendían adquirir destrezas especiales, y por supuesto el cruce de brasas.
La recordación de Juan el Bautista comienza a extenderse por la vieja Europa, luego de la llegada del Cristianismo. La expansión del Dogma Católico, cambió muchas tradiciones del folclore europeo. En los comienzos el culto oficial se asociaba con el agua, por el perfil recordado (Bautizó a Jesús en el Río Jordán) La deformación que suele verificarse en costumbres y prácticas cuando se popularizan y se ejecutan sin la tutoría de especialistas. Es decir que por ejemplo en la organización de la iglesia el sacerdote guía la liturgia manteniendo los procedimientos que dicta la institución, lo cual asegura la permanencia de los ritos tal cual indica la normativa. Al hacerse una adquisición folclórica, colectiva, donde cada uno pone su característica comienzan las deformaciones, que en realidad son adaptaciones a las idiosincrasias regionales. Cuando llega el Cristianismo a Alemania, coincidía la festividad de San Juan con la práctica de hacer fogatas en las zonas rurales, que pretendían ayudar al sol en sus periplos cósmicos. Es decir obedecía la costumbre a otra creencia. Pero el sincretismo cultural producido por la predominancia alcanzada por el Cristianismo deformó (a conveniencia) la costumbre y se terminó asociando a las fogatas con el culto popular a San Juan. Los españoles llegados a América, no solo trajeron la religión oficial, que era socia en la empresa de la conquista, sino que también trasladaron sus propias deformaciones, supersticiones, otorgándole dotes de "milagroso" al santo. Debemos considerar que salvo los jefes de la aventura de la conquista tenían preparación cultural. El resto se trataba de aventureros sin escrúpulos, gente de condición social baja, no solo por la cuestión económica, sino por sus costumbres, y educación.
Porque No Queman Las Brasas de San Juan
La iglesia católica interesada principal en mantener el rito pagano, porque afirma la fe en sectores no beneficiados por el estudio que ayuda a una interpretación doctrinaria, afirma que se debe a la fe. El antecedente más antiguo que esgrime es el de la ciudad española de San Pedro Manrique. Cuando los árabes invadieron España, los soldados se dedicaban a secuestrar doncellas, para sus harenes y calmar el apetito sexual de la soldadesca. Un natural de la ciudad soriana hizo promesa a San Juan, para que su hermana no fuese secuestrada. Como esto no ocurrió, en demostración pública de su fe cruzó descalzo sobre un manto de brasas de 3 metros de largo por 10 cm de espesor sin sufrir quemaduras. Se comienza desde entonces con la costumbre en Europa. Se citan además pasajes bíblicos, como el de Isaías que afirma "Si pasas por el fuego, las llamas no te quemarán, porque yo soy Yavé tu Salvador". Los científicos afirman que la excitación nerviosa produce una dosis extra de adrenalina, se contraen los vasos sanguíneos, retardando la transmisión del dolor a los centros nerviosos. Los psiquiatras afirman que la neurosis histérica produce "anestesia autoinducida".Los yogas controlan los centros del dolor con la técnica llamada "paragesis". No existe una explicación contundente, respecto a los que consiguen evitar las quemaduras. Lo cierto es que la tradición, sigue en estos tiempos, aunque cada vez se circunscribe a las parroquias barriales y a los centros urbanos del interior y zonas rurales.



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