Pareciera ayer nomás, cuando fue allá por fines de la década del 80, pisando los diez año cuando con mis hermanas y mis primos nos ibamos a la chacra del abuelo por la noche. Era un gra reunión familiar, ya había estado de día, cuando en el trapiche el abuela había recogido la miel de cañaberal.

En olla muy grande se colocaba la miel recogida, alguno lo llaman mosto o jugo de caña de azucar. Se coloca al fuego y cuando comienza a hervir se le agrega lejía, la que le forma una espuma espesa que es donde se juntan las impurezas de la miel y se le irá sacando hasta que ya no se forme más espuma. Recuerdo al abuelo, a mis padre y a mis tios en gran conversación junto al fuego, turnandose con el colador para sacar la espuma. Cuando el mosto queda muy reducido y espeso queda lista la miel.

Ahora justamente mientras escribo recuerdo que a pocos metros del fuego y de la miel, estaban los restos del antiguo pueblo jesuítico – guaraní San José. El paraguay celebra mucho más que 200 años de historia, pero bien vale la ocasión para refundar una nación solidaria, justa e humanitaria.

Por paulo ferreyra